martes, 28 de octubre de 2014

viaje de vuelta, una pesadilla

Este es un relato del viaje de vuelta de Sierra de la Ventana a Retiro, la verdad es la primera vez que se me complica tanto, pero necesito contarlo. La ida a sierra fué muy buena, en tren clase primera, ya conté en otras oportunidades que la clase pullman había sido suspendida y no se si volverá, clase indispensable en invierno por tener calefacción pero que por otra parte tiene los vagones destrozados y salta mucho en las vias. La clase primera, en épocas como esta de más calor, es bastante aceptable, aunque de noche filtra chiflete x las ventanas rotas y hay q taparse. La vuelta tuvo que ser en micro, ya que el tren no pasa a diario y yo necesitaba viajar el lunes por la noche para trabajar el martes por la mañana . Ya había sacado el pasaje por internet, y el asiento que elegí era individual, me sorprendió que ese micro tuviera una fila doble y una fila individual pero por otra parte lo pensé como algo que podría ser natural en un finde sin feriado, ya que viajaría menos gente. El lunes a la noche esperé el micro allá y vino con unos 15 minutos de atraso,tema completamente menor, aunque sumandole un poquito , no era el micro que me apareció al momento de elegir asiento, no tenía la fila individual y estaba bastante feo. Lo sorprendente fué que en el micro hacía un frío bárbaro, pense que ya habían puesto el aire acondicionado, debido al encasillamiento de que si es octubre, aire acondicionado, si es julio, calefacción, por más que el clima diga lo contrario. Por un momento bajé, ya que estaba en el primer piso del micro, y le pregunté a uno de los choferes si estaba puesto el aire, me dijo que no, que no había nada. En definitiva, imposible dormir por el frío intenso, tapada con dos buzos. Y no ponían la calefacción, sumamente raro, pero como el micro no parecía andar muy bien, corcoveaba a cada rato, me pareció que tal vez no la habían puesto por alguna otra razón o que no funcionaba. Sentí frío y temor. Al llegar a Olavarría, tipo 3 de la mañana, el micro paró más tiempo de lo habitual, hay que decir, que Olavarría, tanto viajando en tren como en micro, es la parada más larga ya que es una estación importante, donde hay mucho movimiento de gente. Aproveché a pedirles que prendieran la calefacción, lo mismo hicieron otros pasajeros que como yo estaban congelados. Prometieron prenderla al salir de Olavarría. Demoraba, demoraba.... y resultó que además de los pasajeros que subieron en Olavarría , había un montón de gente más, que tenían que tomar otro micro de la empresa, para ir a La Plata, parece que el micro se rompió, y estuvieron bastante tiempo en tratativas con el chofer para poder subir al nuestro. Finalmente, y como por no ser finde largo, había muchos lugares disponibles, subieron, para ir a Retiro y allí tomar otro omnibus a La Plata, bastantes mas vueltas de lo necesario pero por suerte pudieron viajar, aunque ahora el retraso era importante. Tal como habían dicho, prendieron la calefacción, y por suerte, al lado mío no se sentó nadie, asi que pude viajar un poco más cómoda, y dormir un rato, fué importante dormir, ya sin frío. El tren llegó a Retiro con más de 2hs de atraso, una barbaridad, sobre todo para los que teníamos que trabajar , yo pensaba pasar a desayunar por mi casa pero fué imposible, solamente para hacer el trayecto de Liniers, donde para y bajan muchos pasajeros, hasta Retiro, terminal, tardó una hora y 15 minutos, una bestialidad. Sumándole el atraso en Olavarría, entrar en Buenos Aires es una verdadera pesadilla. El embotellamiento era terrible, y debido a ese atraso nos encontramos en hora pico en la autopista yendo de Liniers a Retiro. Todos los pasajeros estábamos bastante inquietos. Pienso siempre que todo lo que relajo alla en Sierra de la Ventana, lo pierdo inmediatamente cuando llego, y empiezo a sentirme mal. Mis nervios alcanzaron su pico máximo cuando bajé al subte c, y anunciaron que estaba funcionando con atraso, tema habitual en esta Buenos Aires en la que vivimos. Había un coche detenido en una de las plataformas, detenido y sin levantar pasajeros, y la plataforma de al lado llenísima de gente quién sabe desde cuando. Es sabido para los que conocen la red de subtes de B.A. que la línea C no se caracteriza por un público selecto y educado, haciendo la conexión entre Retiro y Constitución, estaciones terminales de tren, de las más importantes, ésta última también muy complicada en cuanto a la seguridad y la amabilidad, educación y demás características de los que la transitan. Volviendo al anden de retiro de la línea C, en cuanto vino el subte, una avalancha me empujó hacia adentro, yo con 2 mochilas y sin desayunar, para contribuir al malestar. Me apretujaron contra la pared del vagón porque no entraban, y presionaban tanto que sentí que me ahogaría, puse los codos hacia afuera y comecé a hacer fuerza para que los grandotes bestias que tenía adelante no se me cayeran encima, lo logré a costa de esfuerzo y gracias al remo. Los supermachos brutos se rieron un poco entre ellos pero se mantuvieron a raya, solo por unos minutos porque desde un altavoz anunciaron que los pasajeros debían bajar ya que el subte no funcionaba más. Asi que luego de pasar por la ventanilla a que me devolvieran el dinero del pasaje, salí del subte y me fuí a esperar un bondi, ya agotada, odiando a todos y a esta ciudad en la que cada día se me hace más difícil vivir. Al bajar del colectivo, por suerte me estaba esperando J para que le dejara la mochila pesada, y con una banana para mi desayuno. Me encaminé al colegio, y ya lleno de pibes el laboratorio, pude desayunar algo, y me sentí mejor, aunque ya con un aspecto deplorable del cansancio y la bronca. En fin, una mañana muy complicada.

sábado, 25 de octubre de 2014

de nuevo en sierra de la ventana

Nuevamente, esta vez las vangoghianas estan a full, todo cubierto de flores amarillas, y al llegar, con el tren a las 7 de la mañana, niebla, niebla que no se veía el cerro, niebla, charcos de agua de seguramente una lluvia de la noche anterior, perros amigos para recibirme, pajaros de todo tipo, en fin, una felicidad muy grande de reencontrarme con este paisaje, con este silencio y las mañanas verdaderas. Creo que no podía aguantar un día más con las obras del metrobus, que hermoso estar aca.
El viaje fué bueno, el vagon de primera, bastante confortable, mucho más que el pullman que tomé la última vez desde Tornquist y llegué toda dolorida por los asientos rotos. No puedo decir que fué maravilloso, unas 12hs, los asientos cómodos pero al tener tantas ventanas rotas, se filtraba el chiflete de la noche y a pesar del gran calor de estos días, de noche se sintió frío y tuve que usar los dos buzos que llevaba en la mochila, uno arriba y otro para taparme las piernas, ya  que las calzas de invierno no alcanzaron para tapar el frío de la noche campesina.

el cerro del amor bajo la niebla
Lo peor del viaje fué que prácticamente no dormí, pero al menos pude relajarme. La primera vez que estaba por quedarme dormida, a la altura de Cañuelas, se le ocurrió al guarda pedir boletos, no lo había hecho en Constitución, la estación de salida, y  unas dos horas después se le ocurrió pasar, ya no pude dormirme. El otro guarda, unos 3 asientos más atrás del mio, muy macanudo, me ayudó a bajar el vidrio de mi ventana, pero fué toda la noche conversando con sus compañeros, tampoco me dejó dormir demasiado. Y para completar, en Laprida, la siguiente estación después de Olavarría, subió un contingente de unas 40 personas, alumnos de primaria con sus maestras, venían a pasar el día a Sierra de la Ventana. Asi que ahí , cartón lleno para el antisueño!.
el fondo del terreno, los pastos altos y las flores amarillas
una vista detrás del mosquitero, un lindo efecto, no?

viernes, 24 de octubre de 2014

más de lo mismo, siempre cambiante

Bastante claro el título de la entrada, más de lo mismo, en Sierra de la Ventana, pero por otra parte, como lo que domina es lo natural, está en contínuo cambio, ahora por ejemplo está todo cubierto por flores amarillas, de rúcula salvaje, de diente de león... Y al recorrer el lugar para ir a comprar al centro, me voy cruzando con nuevos pájaros, con estos caballos entre flores azules, con verbenas rojas al costado del camino, en fin, renovado todo respecto de la última vez que estuve, hace menos de un mes. 
El delta es igual cuando salgo a remar, siempre es lo mismo y siempre es nuevo, no cansa andar por los mismos lugares. El centro de Buenos Aires es todo lo contrario, cada día el paisaje se renueva de malestar, de basura, de opresión, de obras públicas sin terminar, de ruido, de cirujas tirados en las calles, de tachos de basura reventados, de tristeza y ganas de salir corriendo hacia la libertad, la poca libertad que queda para los que queremos simplemente un rato de tranquilidad sin que nadie nos agreda en las múltiples formas de agresión que nos rodean.